La luz
de tanto perderse
anda lejos,
más allá de almohadas
en orillas negras
suspendidas.
Crónicas visibles del silencio,
esclavos
que nunca salen de la piedra
porque el cincel los clausuró,
hombres mudos
sosteniendo sombras ominosas.
En fauces incendiadas
la tarde lava su túnica.
Lluvia de reverberos
sobre el sudario de la vida
por el que regalamos
lo que resta de mansedumbre.
Por una moneda falsa
vendemos el pasado
con su soledad de oficio
y escritura.
Vendemos jardines
que vuelven a desencantarnos
mientras la pólvora ruge
en medio de caricias
y gemidos.
(De: Imágenes del silencio)
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