jueves, 23 de diciembre de 2010

Comienzo


Nada detiene este amanecer vestido de jazmines,
ni la sombra de los abuelos muertos.

Nada vano impide a la luz
navegar su agua dulce
como un rezo en cántaros de barro,
allí donde la casa refleja
la curva de oro de su gruta oceánica.

Vuelta hacia arriba
la boca llena de hojas de la tierra
muestra el corazón de su animal seco,
riéndose.
Y el poeta huye por el mar
con sus brazos como remos
y la tierra lo espera en todas partes,
lo espera siempre,
riéndose.



(De: De Secretos y Volcanes - 2001)

lunes, 13 de diciembre de 2010

PENSAMIENTO PARA MANUEL ROMERO, SERRANO

                            


He visto al hombre más hombre del monte
llorar porque se estaba yendo.
De los ojos le caía un llanto seco
que apretaba entre los dedos
como reteniendo algo viejo,
algo que estaba
pero de lo que ya no era dueño.
Cuando su mirada me buscó tanteando
el corazón del otro lado de la mesa,
un agua filosa cavó en su rostro
la hondura gris de la despedida.
Y los dos,
Manuel Romero y yo,
solos bajo la luz de la tristeza,
lloramos en silencio
hasta quedarnos sin nombre.

La noche nos tenía adentro.


(De:  Secretos y Volcanes  -  2001)

domingo, 5 de diciembre de 2010

El Ojo

                                      

Recuérdame la madera
y el ojo del animal
rumbo a la muerte.

Tal vez ya no me descalce
sobre la piedra
ni escuche al aguacero
derrumbarse
en la última morada del sueño.

Tal vez sólo soy un ojo
girando en el silencio.


(De: Samotracia  -  1999)

miércoles, 13 de octubre de 2010

Miren a ese hombre





Miren a ese hombre quieto como un árbol
contemplando volcanes que se van
con nubes lentamente a la deriva.
Desde espacios remotos le vuelven paisajes
embriagados por un cielo
bebido a puro sol en salares de la puna.

Miren a ese hombre solo
y en vigilia como un chamán.
Mientras los astros rozando cumbres
pasan indiferentes y ensimismados,
un recuerdo le impone a su pena
coplear con la acequia
su agua más tierna y luminosa,
la del olvido.


(De:  Detrás del hilo azul  -  2010)

Sucede el giro indolente del día





               Sucede el giro indolente del día
                     disuelto en otoño azul,
                             iluminado.
      Sucede como el dejarse estar de los árboles
              intentando susurros con la hierba
     que de tan pequeñita que es, no tiene nombre
                             pero crece.
             Sucede este violín buscando su voz,
                           ese más allá,
     por la noche laboriosa de grillos y de estrellas.
               Pero algo sucede y permanece,                                     
          como un remedio salvador de la sequía,
                           tus poemas
           que fluyen con certeza como el agua,
         diciendo todas las formas  de tu abismo,
      huesos del pasado hecho cenizas en la boca.
        Ellos vienen de turbios mares con silbidos
        de vaya a saber qué perversos fantasmas
             tributarios del encono de la fiebre.
      Vienen uniendo lo desmembrado del exilio.
                    Traen tus ropas mojadas
      después de haberla cabalgado como en celo,
                            sin descanso,
                             a la muerte.


(De:  Detrás del hilo azul  -2010)

El encuentro





Veo abismarse las guampas en el aire
atravesando un silencio blanco de piedras
que amortigua zumbidos de la intemperie.
Negro, dispuesto sobre el rugido del sol,                 
el corazón se alerta en costillas del miedo.

Me vuelvo arroyo y despierto en voces
debajo de la piel,
de la tierra donde siempre he soñado,
arena quieta de viento y de luz mordida.

Entre el toro y yo la mirada no tiene heridas
y la muerte sabia se vuelve inútil
porque  entre él y yo
flota el aire respirado por la montaña,
limpio,
sólo aire inventando otra vez mi alma.


(De:  Detrás del hilo azul  -  2010)

Tejido de luz







Tejido de luz
en piedra rajada,
tan leve
como dulce saliva
de Dios
sosteniendo fugas
de un cielo distraído
y sordo,
muerto en la boca
que no grita,
no dice,
no.

Vela en viaje
clausura el día
sobre la mesa,
cuando la mano
cerró la risa
frente al espejo,
fatalidad y vértigo
ya inútil,
no hay espera,
no hay ausencia,
no hay.

Lleno de miedo
sólo un perfume
orilla el cuerpo,
presagio de embestida,
el ojo
arrastra visiones,
las descompone
en rostros salvajes,
no hay abrigo,
no hay certidumbre,
no hay.

La tierra alta,
muy alta,
casi azul,
su olor,
animal sin dueño
como el viento,
como un río
llevándose el cielo
lejos
y con él
algo leve,
insostenible luz
en la saliva de Dios.


(De:  Detrás del hilo azul  -  2010)

domingo, 26 de septiembre de 2010

IRRINTZI (2009)

Sólo quería saber





Sólo quería saber
cómo era eso de perder las trenzas
y, más tarde, mi sombrero de paja
en el campo de amapolas.
Sólo quería ser algo animal,
allí donde amé la vida
y el sol jugaba a iluminarme.
                       Nadie sabe, no,
                       que dibujé tatuajes
                       en la sonrisa de los hombres
                       que me amaron.
                       De ese modo los maté
                       para siempre.
Pero a vos no,
porque me llevas a la música
con tu mirada secreta
y tus apretadas mutaciones,
solícito como un ángel
que concede frutos efímeros
para el deseo feroz
de quien no tiene escapatoria.
Una mirada, la tuya,
con dolor de libertades.


(De:   Irrintzi   -   2009)

Casa de piedra





Casa de piedra
mi casa
vacía
de velos
de mentiras
de pudores
despierta
de lluvia
mi casa
de piedra mojada
mi casa de mar
mi casa de labios
de violetas
de pan
casa de piedra
mi casa
de irrintzi
de alas
de vuelo
mi casa.


(De:   Irrintzi   -  2009)

Cada sol que se crispa



Cada sol que se crispa
entre el comienzo del camino
y el zarpazo de arena del viento
es un puñal incendiando el cuerpo bárbaro
de esta tierra sin palabras para mí,
que oculta su rostro y su olor en la piedra
que no me piensa
y cuyo canto de insectos acribillándose
en medio del silencio fascinado,
juega a seguir olvidándome como juegan
los santos con sus flores de papel descolorido,
                  olvidándose,
en la vieja capilla de adobes cascados
de Santa Teresita de Mazán, allá en La Rioja,
con nidada de telarañas y lagartijas ciegas,
                  abierta a la intemperie de la noche
y sus astros
que suelen quedarse dormidos adentro,
flotando en rezos,
y se despiertan cuando les llega el alba
   y se van,
      se van de vuelta al espacio infinito
         y queda la capilla con sus santos despintados,
            y sus lagartijas
              y queda esa tierra como un lugar sagrado  
                      de puro olvido.


(De:    Irrintzi   -   2009)

Ayer hablé de ti



Ayer hablé de ti, Aniceto,
de tu hombre iluminando el barro
y fue como si nombrara el humo de tu pipa
que subía y subía en ondas,
llevándose tu sonrisa a un cielo de alas
por donde había escapado el dulzor del vino
con su lengua de estrella seca.
Acaso tu partida tiene que ver con la noche
que siempre se inclina para acariciar la tierra,
acaso las horas enloquecieron en esta orilla
y se pusieron a golpear
frente al silencio grave de las almas
y durante mucho tiempo esta misma tierra,
que añoraba tu calor,
                               gimió,
                     llamándote por tu nombre
                     como ahora yo lo hago,
                     detrás de una ventana amarilla
con los vidrios escritos por la lluvia.
Ayer te nombré
y los rincones de tu casa
comenzaron a desvelarse.


(De:   Irrintzi   -  2009)

FIN DE LO PERDIDO (2007)

Espero el comienzo del alba



Espero el comienzo del alba,
ese aliento mágico que fluye de las flores
y pliega las puertas de la noche.
Espero el olor del caballo,
su pelaje caliente restregado con alfalfa y guano,
su mirada pulida por las últimas estrellas,
para elevar mi cuerpo lleno de pensamientos
y soltarlo con el primer canto de las aves.
Escapar, entonces, hasta la hierba luminosa
por donde resucita el fuego de la tierra
que luego viene y se pone, callada, a mirarme.


(De:   Fin de lo Perdido   -   2007)

Es posible que tropiece



Es posible que tropiece,
cuando indague sobre lo incierto del mundo,
con la señal de un pájaro desdoblado en alma.
Tal vez, lo secreto de mi paso
roture la prisión
y desde una carta abierta
en alma me desdoble,
y volando alcance los caballos azules
que huyen,
mojados de tormenta,
mientras descubro que tengo miedo
de llegar al espacio inmóvil.
Entonces entraré en el lienzo de Monet
buscando tu mano entre ninfeas
como quien intenta recuperar lo más íntimo,
lo reposado en la belleza.


(De:   Fin de lo perdido   -   2007)

El Espinillo (Pomán)

Escribo con el recuerdo de la tierra



Escribo con el recuerdo de la tierra
                que es la patria de mi cuerpo.
Escribo con el cuerpo cuando era un cuerpo enamorado,
con el recuerdo de las piedras donde los cuerpos se amaban,
escribo con la inercia seminal de la noche que envolvía
el incendio de la piel de los cuerpos mecidos
                por el desvelo de la sangre.
Escribo con el recuerdo del paisaje del alma,
con los ojos terrestres cegados por la procesión de las manos.
Escribo con tus pies y los míos,
              hundidos en la espuma del monte,
con tu sueño navegando en mi sueño como un niño sagrado.
Escribo con el diamante encendido de los volcanes,
con el trueno de la tierra que busca su camino,
con tu mirada doblada en el fruto curvo de mi pecho.
                                   escribo.


(De:   Fin de lo Perdido   -   2007)

Allí, en la fosforescencia del bosque



Allí, en la fosforescencia del bosque,
los abedules toman el color de mi vergüenza,
lo reducen a tierra en el osario de las hojas
               y paso a paso, el presente se nivela.
Los mendigos, oscuros y voraces, pierden mi paradero
                revueltos contra las mutaciones,
se afanan por exhibir la máscara de la muerte
y al fin caen, decapitados por sus costumbres.
                Quedo desnuda
respirando un fragmento alucinado del día
que reclamaba mi lugar de nacimiento.
                 Me vestí con el relámpago
y sacudí mis pies de la alfombra del duelo
por donde los pasos perdidos caminaban a ciegas.

                  Ando entre luciérnagas,
en medio del camino de la noche cerrada,
sosteniendo la orfandad del rugido del puma
que a todos dice el territorio de mi infancia.


(De:  Fin de lo perdido  -  2007)

DE SECRETOS Y VOLCANES (2001)

Creación



Bello el vino
puesto de pie sobre la mesa,
como si ofrendáramos siempre algo,
repitiendo el tiempo en brama
de la tierra.

Bella la luz que brota del vino
y nos convierte en campanas
diciendo oscuridades del alma
que ponemos a volar
y con el viento de enero se incendian
haciendo del crepúsculo
un nido inmenso y apretado
de humo rojo.


Bella la palabra purificada
con la luz del vino
que florece de nuestra sangre profunda,
continente del amor y herida del demonio
que nos habita,
hasta que decimos el misterio,
el dolor
y el capricho infinito
de seguir siendo.


(De:   De Secretos y Volcanes   -   2001)

A un poeta de Chile


Dos manos vienen a la deriva
flotando por el Mapocho,
dos manos vienen sin dueño
porque veinte años hace
                        fue muerto.

             En Isla Negra nadie había para salvarlo.

Dos manos vienen a la deriva
hasta la costa del mundo,
flotando vienen,
 a la deriva vienen,
dos manos del hombre
testigo de muchas muertes
que hicieron uniformados.

               En Roma nadie había para salvarlo.

Las manos perdieron al dueño
que hace veinte años fue muerto.
Desangrado murió el poeta
al que le cortaron las manos.

                Cristo, entre lágrimas, le dio las suyas.

Quiero creerlo.


(De:   De Secretos y Volcanes   -   2001)

Ofrenda


Te veía correr,
correr a la intemperie de los astros,
y otros también nos veían
y los animales del monte
nos saludaban
y contemplaban nuestro incendio
bebiéndose el mar en cada lluvia.

Te veía correr
hacia el vientre del día
buscando la grieta del regreso.
Yo te ofrecía en una hoja en blanco,
la última palabra
                          pronunciada a solas,
la que no se dispersa.
Me dabas un poco de tierra
para saborearla juntos.
Era la nuestra.


(De:   De Secretos y Volcanes  -  2001)

sábado, 25 de septiembre de 2010

SAMOTRACIA (1999)

Alguna mujer con flores


La crueldad de la tarde sólo mía
porque a través de las nubes
me seducen paisajes,
playas de arenas azules
con pescadores vestidos de blanco
que tiran sus redes a un mar deslumbrante
de sal y barcos hundidos.
Alguna mujer con flores amarillas en el pelo,
en la mano herida
por el vuelo rasante de un pájaro,
camina hechizada
por lugares caídos en la espuma,
lugares sumergidos
en la memoria, círculos inmensos
del amor y la nada,
persistiendo en adioses
pintados en el aire
con el color oxidado de los barcos.


(De:  Samotracia  -  1999)