Allí, en la fosforescencia del bosque,
los abedules toman el color de mi vergüenza,
lo reducen a tierra en el osario de las hojas
y paso a paso, el presente se nivela.
Los mendigos, oscuros y voraces, pierden mi paradero
revueltos contra las mutaciones,
se afanan por exhibir la máscara de la muerte
y al fin caen, decapitados por sus costumbres.
Quedo desnuda
respirando un fragmento alucinado del día
que reclamaba mi lugar de nacimiento.
Me vestí con el relámpago
y sacudí mis pies de la alfombra del duelo
por donde los pasos perdidos caminaban a ciegas.
Ando entre luciérnagas,
en medio del camino de la noche cerrada,
sosteniendo la orfandad del rugido del puma
que a todos dice el territorio de mi infancia.(De: Fin de lo perdido - 2007)
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