La niña, al despertar, vio
cómo los gorriones bordados
se desprendían
y alejaban
hacia el helecho que en la pared
del jardín escondía nidos.
La niña no quiso quedarse sola.
Desde entonces extiende las palabras
como manos
tratando de unir lo quebrado.
Pero nada es como se quiere.
Y el tiempo no da tregua.
La niña, a lo lejos, es
pura memoria aquietada en vuelo.
(De: Samotracia - 1999)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.