No tengo tierra ni ciudad y cada vez
menos tiempo y menos hambre,
sólo un regocijado amante
que bendice al mundo
con la redonda lujuria del canto.
Si acaso me deja gritar la noche
esta suma de horas intentando
salvar del arrebato al corazón trizado
por tigres corriendo y corriendo
detrás de lacios laberintos lunares,
detrás de lacios laberintos lunares,
tal vez se borre la curva de lo incierto
y comience a despertar mi origen.
Son remotos los vínculos
por estas inútiles latitudes
que nunca alcanzo a comprender.
Empuño el timón del norte como pasajera
en el vasto tapiz del cielo,
tratando de llegar al pliegue del misterio,
a ese abstraído vértigo silente
que sube del fondo de la carne atormentada
hasta quedarse en el espacio vacío
e inevitable que vacío deja la palabra.
(De: SEPARATA)
Hermoso poema sobre el tiempo y los vínculos. Inevitable.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Gracias, Claudio. Cuando se avanza en el tiempo vivido uno va dejando a un lado las preguntas...porque sabe que no hay respuestas...
ResponderEliminarSiempre un abrazo, hermano del alma.