miércoles, 28 de septiembre de 2011

Noche Estrellada sobre el Ródano (1888) Vincent van Gogh

Vínculos

No tengo tierra ni ciudad y cada vez
menos tiempo y menos hambre,
sólo un regocijado amante
que bendice al mundo
con la redonda lujuria del canto.
Si acaso me deja gritar la noche
esta suma de horas intentando
salvar del arrebato al corazón trizado
por tigres corriendo y corriendo
detrás de lacios laberintos lunares,
tal vez se borre la curva de lo incierto
y comience a despertar mi origen.
Son remotos los vínculos
por estas inútiles latitudes
que nunca alcanzo a comprender.
Empuño el timón del norte como pasajera
en el vasto tapiz del cielo,
tratando de llegar al pliegue del misterio,
a ese abstraído vértigo silente
que sube del fondo de la carne atormentada
hasta quedarse en el espacio vacío
e inevitable que vacío deja la palabra.

(De: SEPARATA)


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ven a mi casa en otoño


Ven a mi casa en otoño,
cuando apenas comiencen a cerrarse
las puertas que quedaron abiertas
al fluir de los ángeles.
Puertas nacidas en la luz de las uvas,
destellando lunas y extrañas visiones
que caminan lejos y solas,
y un cansado amor perdido en telarañas
y sonido de tacuaras
golpeando siestas con frutos incendiados
y un aroma en el aire puesto a curvar
cuerpos enloquecidos por el abrazo
devorado con ansias hasta el abismo.
Ven a mi casa cuando las hojas
se duerman despacio en la mirada,
cuando poco a poco se vuelva incienso
el íntimo palpitar del pecho
y noches intactas en sus brasas
oyen cómo el viento desmigaja horas,
que pudiendo tributar su fuego al día
se quedaron tapiadas en despedida.
Ven cuando ya no tengas un lugar adónde ir.
Ven a mi casa en otoño pero no me busques,
                 ya no existo.


(De: SEPARATA)

sábado, 10 de septiembre de 2011

Me siento como un niño a la orilla del mar

Me siento como un niño a la orilla del mar
y tu voz que llega diciéndome
que el infinito es el aire indefenso
dibujado por gaviotas que abren sus picos
al opulento almizcle de inmensidades,
y tu voz me dice no te niegues,
no te niegues a las quimeras y grita
mordiendo con pasión la espalda del viento.

Pero yo quiero el mar, el mar,
el mar y en él tus ojos como túneles
ardiendo por la noche de un pueblo
reducido a viejos tejados,
a paraísos y plegarias y álamos
que vuelven ebrios de altura
sus estrellas en el canto de los pájaros,
a vino que bendice y al que despena,
a inefables días de una mujer
desnuda que hunde con palabras
su sombra en la brama de los toros,
bajo las flores de los manzanos.
Quiero tus ojos
                   y en ellos el mar
oblicuo hacia mis ojos.


(De: SEPARATA)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Olimpia (1863) Edouard Manet

Irás al amor

Irás al amor como a las grandes montañas,
sin miedo por los espacios indescifrables,
famélico de sol y con canastos plenos de tiempo vacío,
dejando atrás porque era inútil
todo lo que se desprendió de la noche,
cuando la noche no es la verdadera noche,
la sorda paz del tedio, de lo callado su mortaja
y con ella el pecho sumiso de todas las cosas,
el mundo como asilo de sílabas ilegibles,
sermones aserrando almohadas con cuchillos
ocultos en los ojos de la madrugada,
escalones montados de espinas para entrar en el juego
ominoso de máscaras torvas que crecen
y crecen bastardeando la vida, esa vida
cautiva entre nieblas arrasadas de fantasmas,
llevando en sus brazos y sin poder verlo
el recipiente inconcluso y estrujado del destino.
Irás adonde sea, arremolinando como el fuego
palabras que nacen solas, sin buscarlas,
canciones que esperan ávidas
al final del arco tendido por el río,
el albergue propicio para ser soñadas.

(De: SEPARATA )