Quieto en el silencio
de todo
el kol-kol
un cálculo de la noche
que se reinventa
hasta el infinito
dando forma a las luciérnagas en pausa
brotadas de la sed de
un techo
ciego por evocar al diablo
y alabar a Júpiter
entre las estrellas
que no saben
qué hacer
con los picaflores
deslizándose
por la orilla del
sueño
sin tocar la mirada
del kol-kol.
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