Cuántas
veces voy a seguir viendo
al
ciervo
correr tras su imagen
en
la desnudez del fuego
al
loco profetizando su cigarro
desde
la mesa del bar en una calle
de
la Gran Canaria
a
los caballos azules quietos
en
cualquier parte
con
mis manos en las crines
a
las cabras pariendo
bajo
el acoso deseante
del
gato overo
cuántas
veces más lo seguiré
olfateando
por
eso que nos iguala en el silencio
oscuro
del tálamo.
del tálamo.
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