Oh no no fueron pensamientos vanos
cuando
eran
silencio de tormenta
suspendido
en el musgo de la nuca
la
saga del sol recitándole a la cordillera
y
un aire blanco
dibujando
algarrobos
en
el desaparecido mar de Pipanaco
no no es efímero el sueño
ansiedades consuelos
que
entregan al paisaje los grillos
la
noche por los campos
trajinando mensajes de la tierra
todo
se olvida aunque vuelva
aunque
siga cayendo
la
piedra inconclusa del firmamento
pero no la voz
fuego fatuo abriendo alambradas
al viento
fuego fatuo abriendo alambradas
al viento
ese solitario asesino del azafrán.
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