Georg Trakl
In memorian
Hay días que se caen de la tarde
como un aliento desordenado
y
áspero
palpan el paraíso doméstico del cuerpo
iluminando su nada
por
meridianos sin lenguaje
atraviesan lúcidas obsesiones
en los ojos del búho sometido
al perfume del saúco
dislocan el azul de ventanas
en contrapunto con la penumbra
arropada en el imán de una espalda
que gira
con el movimiento indiferente de la noche
una
espalda que se aleja
después de tropezar con dedos fantasmales
que
quieren clavar sus huesos
y llegar voraces al sol de una manzana
quieta en lo estéril de la sombra
hay días que se caen de los árboles
por prados de un
amarillo sucio
hasta perder su naufragio
acezante en la otra
orilla
que huele a sangre de hermana virgen
mientras el sudor de tu frente
Georg
vierte medallas de plata en sus pechos
expuestos al grito
del cuervo
resonando en el lamento de los astros.
Gracias, querida Celia, por partir el pan de este duro poema a la memoria de Trakl. Por la forma en que habla del sacrificio y dialoga con ese cuadro de Munch, y la carga de su titulo. Celebracion de ese reencuentro con la palabra en la tragedia de existir, en la imagene de esa espalda revuelta en un sueño que no repara, que acerca la frontera a ese otro sueño mas largo y definitivo. Gracias por eso y mi abrazo siempre. Alejandro
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Alejandro.
ResponderEliminarCF.
Es lo menos que el poema merece, querida Celia. Y lo he compartido en mis listas, espero te lleguen otros comentarios.
ResponderEliminarAlejandro
El poeta expone su herida al grito de los cuervos, mientras los días pierden su naufragio en la otra orilla. Fina percepción y tremenda hondura en imágenes que sacuden el alma.
ResponderEliminarGracias querida Celia por compartir tu poema con nosotros.
Gracias a tu sensibilidad de poeta y de mujer, Ofelia.
ResponderEliminarCF.