en
memoria de Mohamed Bouazizi
Túnez y Egipto se estremecieron
sollozando en ultratumba
salpicaron la sombra del universo
las siete plagas
desenterradas del régimen obsceno
agonizaron sus voces violentas
volcaron odres de aceite
sobre la
muerte
hasta el escalofrío del desierto
hasta el abismo hecho jirones
del amarrado a sus
cenizas
socavando caminos del cuerpo
la desesperación andaba suelta
y el silencio tan lejos y tan cerca
lo mató el árbol de Túnez
sobre la plaza inclinada al tormento
pero la verdad
la verdad venía
viajando
de la trastienda del milagro
elevándose en suplicio sagrado
por el árbol de Túnez
los olivos callaron sus frutos
y secuestraron la
sombra
gritó la niebla al final de la noche
y la noche perdió
su misterio
el viento agrietó la luz
y el día fue
patíbulo del tiempo
llegó al Magreb la ebriedad del fuego
con la espada de Dios avergonzada
y el alma de
Mohamed despierta.
Querida Celia, sigo disfrutando de las versiones de tu poema, de este personal y dolido homenaje a un martir de la primavera arabe, esa que seguimos esperando, contra toda esperanza. Es tan poderosa aqui la carga de los simbolos -el arbol, los olivos esteriles-, que sustentan la escritura, y dan cuenta de la tragedia; la de los marginales de la Historia, que la perfida memoria colectiva. deja atras. Un gran abrazo. Alejandro
ResponderEliminar"el alma de Mohamed despierta."
ResponderEliminarMaravilloso cierre del poema, que da sentido a su título. Desde sus cenizas, embriagado de fuego, Mohamed despierta a la primavera.
Bravo poeta,
Un abrazo
Gracias, amigos poetas, por interpretar y acompañar.
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