viernes, 16 de marzo de 2012

Dudas

A la altura de los balcones llenos de polvo
las hojas de los árboles se mecen,
aunque tal vez no es así, 
porque entre el balcón y yo
hay una cortina opalescente.
Pienso que si puedo descorrerla
podré ver con claridad esos árboles
y, en lugar de fresnos,
comprobaré que son pinos romanos
elevados en el borde de las colinas,
hieráticos,
esperando que el sol decline
con temblor de nervios de la loba.
                   Mientras esto sucede,
prometo no olvidar
la columna donde estoy apoyada
cuando cae la tarde
sobre la iglesia de Constantino.
Si recorro la distancia hacia el balcón
veré los gorriones columpiarse
piando sobre el ruido de la ciudad.
                   Mas, heme aquí,
con el sabor de un caramelo,
dejando que la carga del alma avance
y deforme 
el espacio en el que recompongo
la última palabra, 
porque he visto morir a un poeta
en los techos de Nueva York.


(De: De Secretos y Volcanes - 2001)

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