Este mar que aparea el sol a los días
mezquinados en recodos del sueño,
mueve brumas del alma.
Hay un grito que alarma a la lluvia
si es agua mansa
y nos empuja a beber signos
de un nuevo torbellino,
la fuga susurrada del silencio
y de la noche su excitación fragante
amaneciendo en las últimas estrellas
violadas por el ojo desde el vino,
cuando se repite el ruego de una boca
que ya no tiene a nadie,
ni tierra que la tape,
pero como una flor de cenizas
permanece indefensa,
astro estallado lejos,
hace tiempo
y sin sentido.
( De: Separata )
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