Misterios de la vida
que fornica con la muerte.
¿Cuál es el milagro
que puede transfigurar
en cometas
libélulas ausentes?
Jugamos a encontrar
el vacío
con la lucidez de lo inútil
en este Berlín ajeno
y roto.
Nuestros cuerpos,
grietas de musgo
sin epitafio.
No hay tiempo para angustias.
Anudo mis ojos a las manos
que recorren el teclado
e imagino que en algún lugar
surge de la nada
la belleza,
que vuelve a ser primavera
limpia
y el eco de la música se une
con transparencias del cielo,
por una calle a la mañana.
Sin flores de sangre la piedra
despierta y caliente
acontece en oración sobre la luz,
arrodillada.
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