A Mons. Enrique Angelelli
in memoriam
Es inevitable hacer la travesía
con el pensamiento puesto en la tierra roja
por donde pasan los pájaros
sin detenerse,
sorteando el imán del salitre.
A cada golpe de sol el cielo se pone blanco
Recio, el aire cruje en lo que resta de luz
y uno puede estarse callado,
como si esperara otra Resurrección,
o imaginar que es un ángel el que anda a solas,
como perdido en Punta de los Llanos.
En medio de esa tierra sin dulzuras,
un rayo
cae
y siempre está cayendo
y quiebra las piedras que se abren
sacudiendo el cuarzo
con el grito de la memoria
que no encuentra ya consuelo.
(De: Irrintzi - 2009)
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