martes, 11 de octubre de 2011

Poema IV

Flecha de rabia  rota
en palabra y más palabra
al rajado vientre del día
consagrada,
a su clima de náusea                                               
estaqueado en las esquinas,
a su voz desollada
por laberintos en asedio
de formas vacías.
Igual que un gato
escurre por rendijas
la lluvia
su inquieto lamento
de castidad vigilante,
mientras los sueños perduran
y las visiones atraviesan
charcos juguetones de ondinas
agotadas de cantar
el imposible retorno de Ulises
astillado en espejos de Ítaca.
No es necesario preguntarle al mar
por  barcos perdidos
ni a la ciudad
por su costa  sin dioses.
No se debe preguntar al pasado
por sus muertos
y sus variadas mutaciones.
Tanto miedo se deslizó
adentro de los cuerpos
antes de caer
sobre tálamos de escombros,
en casas que ya no eran.

Tanto miedo mudo por días
y noches
clavando con barrotes
en cajones de espanto
la justa cruz a golpes
de sal y purgatorio,
cuando llegaban saciados
de rostros vacíos
los gestos del sueño en vilo.

(De: Imágenes del Silencio)

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