a Jorge Rauber
En algún momento luz
y sombras
y sombras
sin aflicciones que
agravien el universo
nada que conmueva a los
cometas
obstinados en desposar
vendimias de plenilunio
silencios
rasgan el centro de las
tinieblas
justo allí
a espaldas de las revelaciones
como si el sortilegio
de las luciérnagas
se negara a cumplir
su misión
y la noche abrazada a ella misma
una flor agostada en
el revés del azul
nuestra única pertenencia.
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