Como
saliendo de su propio gesto
esa
mujer casi amable pero distante
asoma
su rostro
piensa
que es poético vivir en la tristeza
en la tristeza
en la tristeza
correr hacia lo profundo de las colinas
cavidades quietas a lo lejos
donde
nunca escampa
garuadas
por el eco de generaciones
de
campesinos
que
cuando se acuestan
dejan
que la mujer verdadera se les arrime
en
ella ven un cuerpo imaginario
con
el que copulan salvajemente
y
ese viaje nocturno
vuelve
hermoso el zumbido de los insectos
aumentado
por el silencio de algo extraño
un murmullo que avanza
entre las ramas secas y la puerta
entre las ramas secas y la puerta
tanteando
la desnudez de adentro
desaparecen
rostros momentos
una pared amarilla
al
fondo del río que aun sostiene inocencias
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