Hay lunas que imponen el desgaste de la pena
se alimentan del abandono del cuerpo
escalofrío que nos vive
y se tumba
en el cuarto que no puede contemplarnos
soplamos la llanura
damos la mano a las tinieblas
que nos buscan
demasiado ciegas en su constancia de agua
y nos olvidamos de todo
caminamos otra vez hacia la montaña
hasta dejarla atrás
buscando la puerta que se abra
y nos sorprenda
con el azul del guacamayo quemando la tierra
una visión
un goce apenas
diamantes que alivian la oscuridad.
( De: Tercera Vehemencia )
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