sábado, 26 de agosto de 2017


Ayer, 25 de agosto, nos dejó el poeta y amigo catamarqueño, Claudio Luis Sesín.


               En un sitio que acaso ya no exista

                                                  A mi madre, Reina

Yo les cuento tan solo lo evidente.
El rocío terrestre en las mañanas
y las hierbas cargadas de cristales,
vencidas a la orilla de la acequia
por donde el agua puede con la escarcha.

Es un pueblo de álamos, montañas y silencio.

No sé por qué este invierno he querido contarles los detalles,
quizás porque no vuelva con las manos heladas y raspadas,
a buscar un pedazo de tortilla en el humo interior de los braseros.
Y les cuento que las mañanas de invierno son tan bonitas
como los festejados atardeceres del verano.

Ahora es tiempo de ir hacia la tierra,
no hay otro modo donde el hombre vuelva
a su propia simiente renovado.

Los pequeños rastrojos, los callejones íntimos,
casi un camino cruzando el pensamiento.
Hasta esa dignidad en la pobreza,
para vergüenza de otros, 
es parte de mi pueblo y su recuerdo.

                                           Claudio Luis Sesín



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