Un
pensamiento comienza a ocuparnos
aeroplanos
hurgando el
deseo de volar
y
esas pequeñas cosas cegadoras del océano
litografías
de la luz
soplos
que traen el borde de una imagen
y
neutralizan la mirada en el espacio
esa
tediosa superficie gastada
por vidrios de colores
arrojados
al exceso de sosiego
o
tal
vez
aquello
que descubrimos mas allá
del
rugido invisible
más
allá del ojo
atrapado
en los brazos del misterio
cuando
Orfeo
herido
de azul se distancia
y
la noche queda a medio hacer.