miércoles, 25 de abril de 2012

Poema VII



Errantes viajeros sin nombre
llegamos de lo profano
a despoblarnos de historia.

En estas brazadas de sal
la cara del agua se dio vuelta
y se despierta en sulfuros
por los ojos de los géiseres
donde el mundo sin apoyo se sueña
y respira la tierra sus nacimientos.
Hay un eterno fluir del espacio,
como un camino ilusorio
              siempre vuelto a sí mismo
hasta que el hombre se torna
              vibración del horizonte.

Nada en Antofalla es vacío,
todo es olor y sabor de infinito.

Comienzo

                          I


La tierra en mí se abraza,
         he comenzado a callar,
                  Antofagasta me tiene adentro.