1980
Qué
inquietud retumba en el cerebro
de
quien se despide de los zorzales
embarazados
de azul
mientras
crece el ayer
contra
esa mujer irreverente
que
alguna vez se tentó
arrojando
al vértigo de los astros
su
palio de sueños
en
un lugar de álamos y acequias
que
todavía no se ha perdido
y
se acaricia con páginas del mar
como
esos flecos de oro de las nubes
espejos que traen a los amantes
volviendo
a cruzar la
noche más bella
subiendo.
subiendo
al galope del
caballo