Adentro del lapacho he visto al sol
desnudarse como una virgen jubilosa,
soltar al viento vértigos de polen
cuando agosto llegaba con voz de toro,
cegando de arena el ojo de la tormenta.
Alientos astrales se olían
y la tierra era un bramido lento
trepando los durazneros
hasta un cielo de semillas
que brotaban en el aire
y en el aire se hundían, iluminadas.
Látigos de fuego amanecían
como el amor que surge del sueño y crece
y se canta a sí mismo
hasta arderse entero en su propia leña.
Adentro del lapacho he visto al sol,
como un amante solitario,
llegar, secreto, tanteándome los huesos.
(De: Fin de lo perdido - 2007)